viernes, octubre 17, 2008

Ylla





Ray Bradbury

Ylla (fragmento), de Crónicas marcianas



" Tenían en el planeta Marte, a orillas de un mar seco, una casa de columnas de cristal, y todas las mañanas se podía ver a la señora K mientras comía la fruta dorada que brotaba de las paredes de cristal, o mientras limpiaba la casa con puñados de un polvo magnético que recogía la suciedad y luego se dispersaba en el viento cálido. A la tarde, cuando el mar fósil yacía inmóvil y tibio, y las viñas se erguían tiesamente en los patios, y en el distante y recogido pueblo marciano nadie salía a la calle, se podía ver al señor K en su cuarto, que leía un libro de metal con jeroglíficos en relieve, sobre los que pasaba suavemente la mano como quien toca el arpa. Y del libro, al contacto de los dedos, surgía un canto, una voz antigua y suave que hablaba del tiempo en que el mar bañaba las costas con vapores rojos y los hombres lanzaban al combate nubes de insectos metálicos y arañas eléctricas. "

domingo, octubre 12, 2008

In





El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo.


Nietzsche








Cosa de Ser


Ser, pues se trata de ser. De asumir el personaje
que uno representa. El ser quien se es.
Ser como tú eres y lo que tú eres;
negro, blanco, amarillo, azul... Te lo digo a ti, que estás ahí.
Y lo hago como me viene, a borbotones y con un palíndromo prestado:
«Somos raza, ese azar somoS»,
donde el paisanaje diario es un bol de canicas de colores.
Recuerdo haber inventado alguno: A su can acusA, por ejemplo.
Frases que se vuelven como un guante, del derecho y del revés...
Pero ser, decía. Y permanecer despierto (como Siddartha),
aunque no en la noche, que termina agotando.
Porque la noche es para amar, desvariar y dormir. Ah, dormir...
Y para compartir deliciosas locuras, como ésta
de tener a Rebecka Törnqvist, cantándome en sueco al oído:
Till och med en kung (Incluso un rey).
Me enamora ciegamente, de madrugada,
me retrepa su voz por la nuca y me encojo en un escalofrío...
Siempre imagino una caricia, cuando pienso en algo suave.
Caricia: esa prolongación del alma,
en la que nuestra pasión reposa (escribí en mi prontuario).
O en la delicada flor del cerezo, que, ¿te lo conté?, se precipita
a una velocidad de 5 cm. por segundo.
O en una sábana tibiamente perfumada de ti, según la abandonas.
Pienso y escribo, según me peta. Ser, decía, y mientras tanto...
unos entraron y otros saldrán, igual que por aquí,
en donde se nos ve apenas un poco. O se nos vislumbra.
Como que cada cual es cada cual, y tiene sus cadacualadas.
Esto es lo que supone, ser uno quien es.
¡Ser, ser, ser!
Escucho a la dulce Rebecka en un adormecido devaneo
y me largo al coleto el último resto de cerveza.
Al fin y al cabo, es estupendo saberse bien, incluso un rey...
y lo quiero compartir contigo, antes de evaporarme,
cuando te digo que me encanta sentirte ahí cerca,
al otro lado de la pantalla,
porque sé que nada me obliga a mostrarme como no soy.
Y porque, sin pretenderlo, me ayudas un poco a ser...
el tipo que siempre he buscado ser.
Y por ello me siento hoy profundamente agradecido.


Juanan Urkijo

http://el-alfeizar-de-dedalus.blogspot.com/