lunes, diciembre 05, 2005
Imponderable
Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla.
Viajaron al sur.
Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando.
Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura.
Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre:
—¡Ayúdame a mirar!
-Eduardo Galeano-
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 comentarios:
Si?, me gustaría que trataras de describirla. En realidad por mas que uno quiera describir esa inmensidad , es algo bastante difícil, verdad?.
De todas formas, gracias por tu presencia, S, de veras.
Un abrazo
Estoy con S.
Se nota que soy del norte?
Me ha encantado el texto y la ilustración es una maravilla. Invita a soñar en horizontes donde se besan el mar y el cielo.
Gabi, jaja...sí, sí. Invita a la caricia, sí, a ese tipo de caricia que carece de definición y que nace en el alma.
Me alegra que estés de regreso, en serio, da gusto leerte.
Bien...también podrías tratar de contarme un poco de "vuestro Norte", la verdad me encantaría que lo compartieran conmigo.
Gracias por venir.
Tengo la suerte de haber nacido en una ciudad con mar y por ello el mar forma parte de mi vida, no puedo recordar cuando lo vi por primera vez, pero muchas veces he pensado que tiene que ser realmente impresionante esa primera vez. No me extraña que el niño pida ayuda.
Por cierto, yo también voto por el norte.
Para "Yo"
Vivir cerca del mar, tener acceso directo a éste, debe ser maravilloso. Siempre que me es posible me acerco apasar algunos días allí, y realmente es impresionante lo que me inspira.
Si, cuando nos deparamos con algo realmente conmovente y grandioso, no lo podemos explicar y lo quermos compartir, pues solos se nos hace dificil abarcarlo en su totalidad.
Gracias por tu comentario. Recibe mi saludo y bienvenido siempre.
Publicar un comentario