
Dejar las manos sueltas, libres, que digan lo que quieran mientras las siento sin prisas rozar el teclado de la máquina; esto es lo que se me ocurre hacer ahora, mientras trato de continuar abriéndome el pecho para que fluya el alma y no cese la alquimia del saberme viva.
-Oye, Sabina, canta una canción, dos, o las que quieras; concédeme ese momento. Y si no puedes no hay problema, ningún problema, quedará para otra vez. Aún puedo llamar a Chopin , Albinoni u otro de vosotros. Demasiado sencillo mi deseo este de recostar mi mejilla en un sillón y deleitarme entre acordes esta noche-.
Puntos, comas, mayúsculas o minúsculas, ¿qué mas da?, la ley no me impide escribir mis versos así y la justicia no es secreto de Antígona. Yo solo quiero escuchar la fuente, la lluvia gota a gota en el tejado y el agua del grifo acariciando este vaso.
El niño siente de acuerdo con la lentitud de los mimos
cómo surgen y mueren sus ansias de llorar. Arthur Rimbaud
Ya me vence el sueño y estoy en paz. Hasta Mañana, vida.