viernes, octubre 17, 2008

Ylla





Ray Bradbury

Ylla (fragmento), de Crónicas marcianas



" Tenían en el planeta Marte, a orillas de un mar seco, una casa de columnas de cristal, y todas las mañanas se podía ver a la señora K mientras comía la fruta dorada que brotaba de las paredes de cristal, o mientras limpiaba la casa con puñados de un polvo magnético que recogía la suciedad y luego se dispersaba en el viento cálido. A la tarde, cuando el mar fósil yacía inmóvil y tibio, y las viñas se erguían tiesamente en los patios, y en el distante y recogido pueblo marciano nadie salía a la calle, se podía ver al señor K en su cuarto, que leía un libro de metal con jeroglíficos en relieve, sobre los que pasaba suavemente la mano como quien toca el arpa. Y del libro, al contacto de los dedos, surgía un canto, una voz antigua y suave que hablaba del tiempo en que el mar bañaba las costas con vapores rojos y los hombres lanzaban al combate nubes de insectos metálicos y arañas eléctricas. "

10 comentarios:

ybris dijo...

Ya desde pequeño me encantaba este libro junto con el de Fahrenheir 451.
No recordaba ahora este fragmento con K leyendo un libro como quien toca el arpa.
Gracias por tus palabras de bienvenida. Un abrazo fuerte.

Insanity dijo...

Ray Bradbury
Fahrenheit 451 (fragmento)

" Constituía un placer especial ver las cosas consumidas, ver los objetos ennegrecidos y cambiados. Con la punta de bronce del soplete en sus puños, con aquella gigantesca serpiente escupiendo su petróleo venenoso sobre el mundo, la sangre latia en la cabeza y sus manos eran las de un fantástico director tocando todas las sinfonías del fuego y de las llamas para destruir los guñapos y ruinas de la Historia. Con su casco simbolico en que aparecía grabado el número 451 bien plantado sobre su impasible cabeza y sus ojos convertidos en una llama anaranjada ante el pensamiento de lo que iba a ocurrir, encendió el deflagrador y la casa quedo rodeada por un fuego devorador que inflamó el cielo del atardecer con colores rojos, amarillos y negros. El hombre avanzó entre un enjambre de luciérnagas. Quería, por encima de todo, como en el antiguo juego, empujar a un malvavisco hacia la hoguera, en tanto que los libros, semejantes a palomas aleteantes, morían en el porche y el jardín de la casa; en tanto que los libros se elevaban convertidos en torbellinos incandescentes y eran aventados por un aire que el incendio ennegrecía.
(...)
Se vio en los ojos de ella, suspendido en dos brillantes gotas de agua, oscuro y diminuto, pero con mucho detalle; las líneas alrededor de su boca, todo en su sitio, como si los ojos de la muchacha fuesen dos milagrosos pedacitos de ámbar violeta que pudiesen capturarle y conservarle intacto. El rostro de la joven, vuelto ahora hacia él, era un frágil cristal de leche con una luz suave y constante en su interior. No era la luz histérica de la electricidad, sino... ¿Qué? Sino la agradable, extraña y parpadeante luz de una vela. "

Fernando dijo...

me sorprendes...me ha gustado...y encima vuelves a poner post de una manera continua...besos.

El corazón del pirata dijo...

Pues yo antes no vivía en Marte, pero sí en una ciudad del norte. No era la Señora K, pero sí la señora S.

Han cambiado las cosas, mi vida de hecho, así que después de mucho calibrar... he decidido hacerme otro blog.

Como antes, como siempre, serás bienvenido

http://www.disparosaquemarropa.blogspot.com/

Anónimo dijo...

Has escogido un buen texto...

Un beso.

Edu Solano Lumbreras dijo...

El texto es bueno, sí... pero la foto.

La foto,

(¡ah!)

la foto es sublime.
¿De dónde has sacado esta foto?
¿De dónde es?
¿De quién es?

Insanity dijo...

Un abrazo gigante a todos y todas, y besos también :)
Muchas gracias por no haber desistido aún de Insanity.
In

(Uno que mira, la imágen es de google, me ha encantado también :)

Anónimo dijo...

Pues yo no he leído nada de este hombre, pero aprovecho para saludarte adecuadamente, como si mis dedos fueron largos palillos metal y al bajar la colina una mujer vocal, A. concretamente hubiera dejado la ventana abierta y se le hubiera colado todo el monte en el salón.

Saludos.

libertad dijo...

qué maravilla de imagen!

JUANAN URKIJO dijo...

Hay dos imágenes que impactan: La de la mariposa, que se va componiendo sin esfuerzo en la propia retina, y la del texto, que se integra poco a poco en nuestro cerebro, de la mano de la imaginación.
Y ambas son bellas.

Un beso, In.